Las crónicas de Nara.

En nuestra lista de deseos de lugares que conocer en Japón hay dieciséis etiquetas, con el paso de los días hemos tenido que ir decidiendo finalistas y el las fases de eliminación Nara había quedado descartada hasta que en el metro de Kioto vimos un cartel que la metió de lleno a la pelea.

Nos teníamos que hacer un lugar en nuestro fin de semana para ir a Nara. Aunque, si ven el mapa de Japón y luego siguen los post que hemos subido se darán cuenta que no tiene mucho orden nuestra trayectoria. Nara, estaba definitivamente más cerca de Kioto que de Takayama. Pero bueno, si se tiene que viajar, se tiene que viajar.

Llegamos a Nara a la una y media de la mañana después de nuestra experiencia en Shirakawa-gō, y por la hora solo pudimos dormir. Sandy encontró el lugar perfecto. Teníamos miedo de que el festival hubiera agotado los hospedajes, pero dormimos en un cubículo de hostal bastante cómodo, y solo compartimos habitación con una persona más.

La siguiente mañana, con mapa en mano tomamos dirección al tempo Tōdai-ji donde medita un gran Buda. Esa información, es la que, de inicio nos había llevado a marcar la ciudad como posible destino.

El camino que tomamos, nos lleva por el parque Nara que está lleno de venados. Una experiencia completamente nueva para mi ver como estos animales no tienen ningún miedo a los humanos e incluso buscan que los alimenten.

Niños, adultos y ancianos se dejan maravillar por estos mamíferos símbolo de buena suerte y considerados mensajeros de los dioses por los sintoistas.

Los ciervos son sumamente dóciles y buscan que les des comida. En cuanto sospechan que tienes algo que compartirles te dan suaves topes para pedirte un poco. Es muy divertido verlos y acariciarlos, pero más divertido ver cómo hay gente que se aterra con su presencia pero quieren tomarse una foto con ellos. El facebook es el facebook.

Aquí Sandy haciéndole piojito a Bambi.

En el parque, además de los venados hay bastantes edificios interesantes, como estos pagoda de cinco niveles.

Seguimos nuestro camino y comenzamos a ver a lo lejos la gran puerta sur del templo y cuando digo «gran puerta sur» me refiero a muy, muy grande.

Tōdai-ji

Completamente hecha de madera esta puerta llamada Nandaimon es la entrada al templo y mide veinte metros de altura. Simboliza la separación con la vida mundana y como cualquier otro templo budista tiene dos guardianes en cada lado, sólo que estos están al nivel de la situación.

Con ocho metros de altura cada uno, logran su objetivo de impresionar a cualquiera que pase por ahí. Ya solo ver está puerta y sus guardianes hizo que valiera la pena la visita a Nara.

Comenzaba a preguntarme qué tan impresionante sería el templo principal que se observaba a la distancia si esta era solamente la puerta de acceso.

La emoción aumentaba con los metros y después de pagar 800 yenes para entrar al buda Hall y al museo anexo al templo nos acercamos por fin al gran edificio.

El templo comenzó a ser construido en el año 728 de nuestra era y después de una serie de reconstrucciones, fue a inicios del siglo XVIII que el edificio de más de 50 metros de alto, hecho completamente de madera que teníamos en frente había sido terminado tal como lo contemplábamos.

Majestuoso

No quiero parecer exagerado, pero creo que este lugar está dentro de mi top 5 de lugares que ver antes de morir. Si ya estaba absolutamente asombrado con la puerta y el edificio del templo, entrar fue simplemente sublime.

Si el deseo del emperador Shomu fue impresionar con la grandeza del sitio lo logró con creces. La imagen de un Buda de bronce que mide 16 metros impacta a cualquiera. Se encuentra en posición de meditación, con una mano atrae los miedos de la gente y con la otra concede los deseos que se le solicitan. Es hermosa.

Pero eso no es todo, en el templo hay más figuras enormes de otras deidades del budismo japonés. Ese lugar, me tenía completamente absorto e impresionado.

Avengers del budismo japonés

Era como un cuartel general del budismo. Sé que he dicho esto varias veces a lo largo del viaje. Pero en realidad, se quedan cortas las palabras que pueda articular para describir lo majestuoso y simbólico que es este lugar.

Salir del templo fue difícil, no quería abandonar ese increíble momento. Pero me concentré en lo que está por venir y continuamos con el día.

El museo anexo tiene otras esculturas no tan grandes y a pesar de ser pequeño yo recomendaría entrar para no perderse el precioso trabajo de madera.

Seguimos nuestro camino al festival que estaba del otro lado de la ciudad. Era su día de cierre, por lo que estábamos bastante emocionados

Festival Otateyama

Para nosotros este festival cayó como anillo al dedo. ¿Donde más íbamos a encontrar un lugar que concentrara actos típicos de la cultura japonesa?

Nunca me han gustado mucho los festivales de este tipo, pero no podíamos dejar la oportunidad.

Llegamos al palacio Heijo que era donde se llevaría a cabo el festival y nos pareció extrañamente vacío para la hora, eran más de las 3 de la tarde y era el día de cierre. Sin tomar demasiada atención a eso nos pusimos a probar lo que nos iba saliendo en los puestos de comida. Sinceramente, no estoy seguro de qué tantas cosas comimos.

Un pequeño escenario en medio de un gran terreno baldío rodeado por puestos de comida, era donde salían a presentarse actos de diferentes tipos, unos más interesantes que otros. La temperatura comenzó a bajar y un miembro del staff muy emocionado por tener turistas occidentales nos recomendó quedarnos hasta el final, ya que habría un Parade de cierre.

Los actos continuaron y el frío seguia siendo cada vez más implacable, para hacerle frente, nos compramos unos sake y nos acercamos a ver un grupo de percusión.

No recuerdo la última vez que disfruté tanto un espectáculo musical popular. Su actuación me hizo olvidar el frío por varios minutos.

El cierre del festival se hizo presente con un desfile de carros alegóricos que representaban a los cuatro reyes celestiales del budismo japonés encargados de cuidar los puntos cardinales y representantes de las estaciones.

La gente nunca llegó, así que el espectáculo lo pudimos observar todo el tiempo en primera fila, con un escenario que de fondo tenía el bello palacio Heijo.

El día estaba terminando y no pudo haber sido mejor. Japón me está impresionado cada día. Las experiencias superan con creces las expectativas. Hoy llegamos a Hiroshima desde Nara, así que mañana continuaremos está crónica de un viaje que está resultando asombroso.

Chris

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